miércoles, 5 de diciembre de 2012

Una Gioconda



Una Gioconda, de expresión no tan dulce como ella, atraviesa las sombras. Ampliemos la imagen de su cara: los ojos taladran lo que miran. Una mujer protagonista de su historia. 
Ella misma luz y sombra se abre camino también entre sombras y luces de la calle nocturna que insinúa sus recovecos.
La otra figura, un hombre, ¿la mira? Es difícil no hacerlo. Dos figuras solitarias que se cruzan un instante. La ciudad se va escondiendo.


miércoles, 7 de noviembre de 2012

Un seguidor


¿Hay tristeza en esa cara, en esos ojos? Miramos. Volvemos a mirar. Parece querer esconderse tras la esquina en el margen del paisaje de cemento. Pero es que volvemos a observar y ahora creemos ver a un joven que descansa, relajado, no muy lejos de la portería del campo de futbol. Contento con el escudo del club fijado en azul. Un seguidor cualquiera de un equipo.
Y, claro, no es un seguidor cualquiera. Quizá ni sea un seguidor y trabaje de alguna manera en el recinto. Y el equívoco de la imagen de una persona: mostrándola la convierte al mismo tiempo en "cualquiera", flotando ante nuestros ojos, anónima, aunque sus pies estén en el suelo y se apoye en una pared. Ser conscientes de  esa contradicción devuelve  individualidad, conciencia y mirada a quien observamos tras el objetivo.

domingo, 28 de octubre de 2012

Nubes


La aparente sencillez de la imagen nos sosiega a pesar de una cierta turbulencia de las nubes. Nubes que parecen caer sobre la sierra o nacer de ella y navegan en un cielo inestable y cambiante que es también Tierra. Por eso  podemos repetir, como tantas veces: ¡Qué hermosa es la Tierra!
Lamentamos no saber algo más de cielos y vientos porque esa ignorancia nos impide adentrarnos en su mundo, que es  el nuestro. El goce sentido queda matizado por esa consciencia de habernos quedado en la orilla de la realidad y, a pesar de ello, crece y se pasea entre árboles y nubes.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Cobre


A pesar de la negrura del fondo o precisamente por ello, una cara resplandece entre ondas de cobre. La expresión de los ojos nos dice que la sonrisa insinuada es hacia adentro, responde a un monólogo interior. Es la imagen de una joven mujer, aparentemente ajena a lo que la rodea y a quien la observa.
Miramos de nuevo y la palabra "color" estalla. Saber que esa palabra, color, nos llega desde una lejana raíz indoeuropea de la que también deriva la palabra latina que significa "ocultar" (celare), nos hace quedarnos por un tiempo absortos en lo que oculta y a la vez expresa la policromía que desgarra la oscuridad.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Subsuelo



A veces puede ocurrirnos por ejemplo, como hoy: caminando por el subsuelo, gota en la corriente que recorre cauces sinuosos, una mirada azul  nos detiene y, por unos momentos nos sosiega.  Un instante sólo porque un afluente hecho de miradas oscuras vuelve a agitarnos. Como agitados son los rictus y movimientos de la mujer que busca la corriente de otro río.
 Y ya en nuestro refugio, al abrir un libro, encontrar -sabemos que las coincidencias existen- precisamente los versos de C. Martín Gaite: "Se me ha gastado el día/ atropelladamente/ en idas y venidas,/ en gestos y recados/ que al hacerlos juzgaba necesarios.(...)/ El número equis ene de mis días/ murió de muerte necia./ Ahora lo estoy llorando/ cuando veo a las nubes/ ponerse un traje grana/ para morir también".


lunes, 10 de septiembre de 2012

Príncipes




También hay príncipes en la ciudad subterránea. Príncipes que iluminan la oscuridad y príncipes sombríos. Y príncipes desvalidos. Como los de estas imágenes. Tienen en común magnetismo y palidez; un halo de luz y sombra. Luz y sombra que probablemente creemos nosotros al querer fijarlos en ese instante en el que, huidizos, se dejan aprisionar.
 ¿Seguirán teniendo ese magnetismo, ese halo, cuando emerjan de los laberintos del subsuelo? ¿La palidez se desvanecerá tras el color  de una piel y una carne vivas? Sus movimientos serán diferentes. Tal vez dejen de ser príncipes luminosos, sombríos o desvalidos y se transformen en personas camino de sus realidades respectivas.



jueves, 30 de agosto de 2012

Rojo y verde




Rojo y verde: dos laberintos entrelazándose. Rojo que ha salpicado la cara e ilumina la piel, tan blanca. Colores fuertes enmarcando los ojos donde los dos colores se funden. Ojos cuyo misterio puede que esté en cómo se hunden en todo lo que ignoran, en lo que intuyen y en lo que saben... Son los de una mujer fuerte y frágil al mismo tiempo.
 Sabemos que la luz que se concentra en ella, la luz que desprende, la deja demasiado expuesta. Quizá pueda esconderse, intentarlo, como lo hace aquí tras los árboles. Pero asoma, con un ligerísimo esbozo de sonrisa que nos dice que conoce o intuye esa fragilidad y esa fortaleza. Para, finalmente, salir de su escondite, encuadrada en verde.
 Nos cuesta apartar la mirada de esta mujer fuego, de este misterio que captamos y proyectamos sobre ella. Abandonamos el laberinto y nos queda en la retina el blanco de sus brazos y, esta vez, el rojo de los labios.



sábado, 18 de agosto de 2012

Madamme Mouche


Las gafas y lo reflejado en ellas casi nos impiden ver su cara, así que la expresión de la boca resulta ambigua. Parece haber hecho de esos cristales su escondite, un refugio. Y desvía así las miradas hacia su buscada y personal elegancia.
 Todo en su vestuario da la impresión de haber sido elegido con cuidado y colocado de una forma y en un ángulo nada casuales. Cubriendo y luciendo al mismo tiempo su edad.
 Es la imagen de una mujer que quiere verse y mostrarse elegante. Probablemente más lo primero que lo segundo. Sentimos ante ese rostro semioculto y esa figura que tanto nos sugiere y tan contradictoria, respeto e interés. Aunque una y otra vez intentamos quitarle las gafas para poder verla realmente, para reconducir nuestra mirada hasta los ojos que oculta. La imagen no nos deja. Probablemente la mujer tampoco.

viernes, 27 de julio de 2012

Destello


La imagen desprende una luz esmeralda y dorada que baña los ojos, el pelo, las sombras en la piel; incluso la pared. ¡Qué sensación de suavidad luminosa y joven! Desearíamos creer que la belleza es una señal de bondad sin que la no-belleza pudiese no serlo.
 Ella sabe que está "posando" y aún así, el gesto de la mano como apoyándose en la pared pero sin hacerlo -casi parece una caricia- y la sonrisa insinuada en labios y ojos, le devuelven naturalidad.
Es otro de los destellos con los que de vez en cuando nos encontramos por los laberintos de la ciudad. Un destello, en este caso, que nos parece atravesar el agua que, obviamente, no existe.
 


sábado, 14 de julio de 2012

Árbol humano


¡Qué bien fumado cigarrillo y qué hermosa cabeza la de este marinero! Toda ella deshaciéndose en nubes de humo. La mano, muy nítida, sostiene lo poco que queda del cigarro, enterrado en la sonrisa de la boca, como intentando prolongar el placer que le produce..
Aunque las volutas de humo escondan parte de su cara, todo en este hombre nos transmite una especie de picardía tranquila, sabiduría y vida. Notamos que se asoma a la ventana de los ojos para vernos, saludarnos. Después sigue su camino, con el mar en la camisa...
 Bella imagen  de un antiguo y vivo árbol humano.

martes, 19 de junio de 2012

Rojo


Los ojos nos atrapan y desasosiegan. Poco a poco y con esfuerzo, nuestra atención se va deslizando hacia la insinuada semisonrisa, sólo perceptible en una de las comisuras de los labios. No sabemos por qué pero la mirada y la  sonrisa nos resultan algo inquietantes y los fuertes colores de la imagen de este hombre, sobre todo el rojo de su camisa y el negro azulado del pelo, pasan a segundo plano. Tropezamos con una pequeña mancha, también roja, en la pared y nuestra inquietud la convierte en "señal" de algo.
 ¿Nos ven esos ojos o están mirando al interlocutor telefónico? Porque es posible  también que nuestra imaginación esté jugando con realidades que desconocemos. Quizá sea una persona que defiende su privacidad al mismo tiempo que la expresión de su boca pide disculpas por ello, con la atención repartida entre nuestra presencia y la voz que le habla.
 Es posible. Sin embargo, volvemos a mirar la fotografía y seguimos sintiendo el mismo desasosiego.
 

miércoles, 13 de junio de 2012

Otra historia


En la primera y rápida ojeada creemos ver a un personaje de una película de ciencia ficción futurista. Pero al mirar con calma nos damos cuenta de que los auriculares, el peinado, las asas de la mochila... nos han confundido. Nada de película de ciencia ficción ni futurismo: es un muchacho real del mundo de ahora mismo con  su mestizaje de gentes y estilos.
 Si seguimos observando la imagen, nos resultan contradictorios el peinado y la expresión, en cierto modo desolada, de la cara. Aunque no podamos explicar el porqué de esa sensación. Una cara, además, de rasgos agradables y sensuales.
 El chico se ha vestido con esmero y algo en él nos dice que se siente lejos de su barrio. Vuelto hacia adentro, sólido e indefenso: otra historia que se nos queda por el camino, sin poder leerla. 

lunes, 4 de junio de 2012

Sin nombres...


Agreste y fragante son las primeras palabras que se nos ocurren ante ese paisaje. Podemos no reconocer qué plantas puntean de color violeta azulado el suelo pedregoso. Sí imaginamos el olor que quizá no tengan pero que sentimos mezclado con el de pinos y mar.
Olemos ese mar, oculto en la forma en que el viento modeló el árbol a que nos lleva el camino. Y todos los otros olores convergen en él.
Mejor guardar el secreto de estos lugares para quienes los viven. Que los olviden las guías turísticas, los reportajes y el excursionismo colectivo. Tienen el resto de la isla para poblar de nombres.

lunes, 28 de mayo de 2012

Fantasma


Es hermoso ver ese gato que se desliza, brillante, atravesando la noche oscura y roja. Se nos acerca prudente y curioso.
 Pero otras noches también oscuras, más negras y atravesadas por rojos eléctricos, el fantasma blanco y sigiloso parece que nos acecha rondando por nuestros sueños.
Noches, sueños, visiones. Colores que juegan. Somos nosotros  los que recreamos, con esos colores y sueños, las múltiples caras de una  realidad poliédrica. Caras que coexisten, se superponen, se alternan. Y así el mismo gato, la misma oscuridad rojiza no son siempre, para nosotros, el mismo gato ni la misma oscuridad. La realidad se esconde y se nos escapa. Es difícil de atrapar...

miércoles, 16 de mayo de 2012

Fragmento urbano


Fragmento urbano formado por multitud de elementos. El núcleo, la mujer enmarcada por escaleras, sueños y gente de paso. Da la impresión de ser la única persona estable de un mundo de transeúntes.
Nos atrae su expresión, enmascarada por una aparente inexpresividad, que nos deja ver cansancio y desgana y fuerza para olvidarse de ello. Eso creemos.
Su presencia suave y firme nos hace ser conscientes de que escaleras y corredores son lugares de paso por los que seguimos camino nosotros y ella.
Momentos. Figuras movedizas. Ciudades.

martes, 1 de mayo de 2012

Azabache


Los dos brillantes fragmentos de azabache se clavan en nosotros, sin violencia, pero con la intensidad de quien está acostumbrado a enfrentarse a lo desconocido y al riesgo.
 Esas brillantes joyas desparraman por la piel su negrura, a la vez que ésta se diluye sobre ella en diferentes matices que subrayan pliegues y gestos, creando una enigmática expresión.
 Dura y vital, ofrecida y oculta cara la que nos ha mostrado, en un inesperado regalo, el hombre de oscuro resplandor que ha rozado nuestra vida levísimamente y, por un breve instante, nos ha mirado. 
  

martes, 10 de abril de 2012

Cuerpo y piel



 La primera impresión es la de que ambas imágenes son semejantes: el tul oscuro jugando con la luz y las sombras sobre la piel y los cabellos. Sin embargo, en una de ellas, el cuerpo está en una especie de movimiento inestable y contenido y en la otra se ha deslizado, como olvidado de sí mismo. Y sin embargo sabemos que no olvida la mirada de la cámara.
Decir "cuerpo" y "piel" puede hacernos olvidar que esa piel, ese mapa de infinitas terminaciones nerviosas, pone en contacto el interior de una persona con todo lo que le rodea. Delimita y dibuja un organismo único e irrepetible. Como lo es esta belleza estilizada tan diferente de la belleza de otros momentos de la vida.
Nos alejamos del escondite donde siguen jugando luces y sombras con la piel y el tul que la matiza.

viernes, 6 de abril de 2012

La cuadrilla


Cuatro hombres, cuatro expresiones diferentes, cuatro posturas: un momento de descanso en un lugar y desde una perspectiva no habitual para ellos. Risueños, excepto el que intenta esbozar una sonrisa convertida en mueca. Si miramos más detenidamente, sus caras manifiestan cierto distanciamiento, cierta perplejidad pero también el convencimiento de haberse ganado esa tregua.
Los cuatro, con los cascos -la forma en que lo sostiene uno de ellos seguro que tiene su historia-, sus chalecos y su ropa, nos muestran la distancia que los separa de la fachada, de sus balcones de elaboradas cornisas. Pertenecen a otros mundos aunque construyan también ése y forman una imagen que expresa a la vez dureza, bienestar, descanso y trabajo. 

viernes, 30 de marzo de 2012

Explosión



A ciertas horas, en la ciudad, una masa gris camina apresurada con expresión vacía. Aparentemente en la misma dirección. De repente, de vez en cuando, alguien rompe ese gris clónico con una explosión de color y vida. Más raramente aún ese alguien nos ve. Y le vemos.
Y así, hoy, la mujer con este rostro denso, fuerte y hermoso se nos aparece como un ángel humano. Y la ciudad se vuelve  más leve, más brillante. No haría falta ni siquiera tanta belleza. Bastarían ese color, esa luz, esa expresión de quien vive y ve...




lunes, 26 de marzo de 2012

Depredadores


La impresión que nos produce esta imagen es contradictoria. Un niño, palomas que se acercan a él y a la cámara. Podría ser una escena que transmitiera paz y bienestar. Pero la cara de ese niño, crispada por la sorpresa  brusca de lo que no se espera, centra nuestra mirada no dejándonos sentir esa calma. El hervidero de aves que le aprisionan y el vuelo que desdibuja al animal que se dirige hacia nosotros tampoco nos sosiegan.
Y sin embargo, también lo sabemos, es la agradable y cotidiana escena de un niño que da de comer a las palomas. La complejidad de lo real.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Catedral ferroviaria




Una casi catedral ferroviaria. Observamos con extrañeza la ausencia de movimiento y de pasajeros, propios de una estación. Vidrieras, cúpulas, arcos e iluminación crean un espacio hermoso con cierto aire de museo en el que unas  pocas personas ocupan márgenes mínimos.
Sólo cobra vida en el andén, bajo la bóveda acristalada de líneas ondulantes, cuando nos va  acercando a una mujer con la que forma una especie de estampa oriental. Una mujer aparentemente ajena a nuestra presencia pero cada vez más próxima.
Museo ferroviario o estación viva. Ni la bóveda ni la mujer abstraída nos lo descifran.
 


jueves, 1 de marzo de 2012

Variedad de sedimentos



Podríamos estar en un zoco árabe, siguiendo el rastro del olor del Kebab que nos lleva al puesto de un...¿egipcio? La imagen, no sabemos si también la realidad que retrata, es la de una acogedora y cálida jaima y su dueño parece sorprendido y contento con nuestra presencia. Es el centro blanco y vivo de un entorno de tonos castaños que también se enredan en su cuello.
Pero no es un zoco árabe sino una feria, un mercadillo, que puede estar en casi cualquier pueblo de esta península que baila entre Mediterráneo y Atlántico. Porque a las personas nos mueven de un sitio a otro muchos tipos de vientos, que nos dejan anclados allí donde cesan y, por ello, todas las tierras están hechas de una infinita variedad de sedimentos. Aunque lo olvidemos.



martes, 21 de febrero de 2012

Cielo líquido


Metemos los pies en las nubes y por un momento, muy fugaz, no entendemos. ¿Un cielo líquido? Después...sentimos, sabemos, aunque nos queda la huella de ese destello de ambigüedad placentera que matiza en la piel el roce suave del agua.
Nos alegra, nos consuela encontrar este fragmento de Naturaleza humanizada. Es posible su existencia; es posible la armonia entre la Tierra y nosotros. Aún. De forma inconexa y precaria.
 ¿Por qué no disfrutar ahora de que este instante y este lugar existen? Podemos, con el placer del juego y ya sin sorpresa, abrir caminos en las nubes y el cielo. Anocheciendo con ellos.

domingo, 12 de febrero de 2012

No pudimos, no quisimos


¡Qué extraña nos resulta una mirada tan directa de un desconocido, aunque sea a través de una fotografía! La expresión de la cara de este hombre nos produce cierta incomodidad. 
Da la impresión de que está en el dintel de la puerta que separa dos mundos: el suyo y el ajeno.
Aprender a leer expresiones y miradas es largo y difícil. Cuesta. Por eso muchas  veces nos gustaría fijarnos sólo en colores, formas y texturas de caras y ojos. Como si detrás de ellos no hubiera más que piedra, madera o metal, como en una escultura. Poder mirarlos con placer o desagrado. Sin implicaciones ni consecuencias. Que esos ojos no penetraran los nuestros. Y, como en este caso, los labios cerrados y la mirada oscura no nos cerrasen el paso. No nos interrogasen...
 La puerta, semicerrada, la inclinación inestable del cuerpo, nos alejan. Nos despiden. No pudimos, no quisimos, pasar la frontera.


jueves, 9 de febrero de 2012

Refugio


Más que feo, nos parece un rincón triste, de una tristeza solitaria, desvencijada, nadando en un olor fuerte e indefinible. Y quizá no  sea así para quien lo vive como refugio. El calendario, por ejemplo, puede ser algo  obsceno o la puerta a un breve paréntesis de sueños placenteros para quien es posible que no pueda vivir demasiados. Los objetos dispares distribuidos aparentemente al azar, con certeza significan algo para su dueño. No están abandonados nos dice la manta doblada.
 El desagrado hace que no queramos  abrir esa puerta. O el respeto. Por triste y húmedo que nos parezca el lugar en su dejadez, alguien lo habita, alguien que quizá necesite la irreal y cálida compañía de la mujer del calendario.

viernes, 3 de febrero de 2012

Sal marina


Montañas de sal marina. Ningún salinero a la vista. Nadie. En esta imagen nada nos recuerda que estamos en una isla ahora conocida por su temporada de ruido y multitudes. Muy al contrario nos transmite, con el blanco matizado de la sal y con la nitidez del amarillo de la máquina en reposo, el silencio que descubre la complejidad de la vida. Con qué facilidad nos dejamos deslumbrar por lo que brilla aunque conozcamos la existencia de mundos secretos tras esos focos.
Instantánea de un trabajo antiguo y vivo aún, cambiante y que, con tantos otros, constituyen el fondo más real y característico de una  tierra. Sal y máquina descansan del esfuerzo de quienes las mueven y la calma de un mar ausente empapa los blancos, amarillos y grises. 

miércoles, 25 de enero de 2012

Proa



La imagen nos muestra una escena cotidiana y clara: un hombre mira el puerto y el mar desde lo alto de la ciudad. Pero algo hace que miremos la fotografía una y otra vez. La cámara nos dice más, no sabemos exactamente qué. ¿Lo sabía quien quiso guardar esa escena? ¿Lo intuía? Nada de símbolos. No. Algo igualmente real pero oculto bajo capas de cotidianeidad y que se deja ver lo suficiente como para atraparnos en la aparente simplicidad de lo que nos muestra.
Ese espacio que nos dirige con su flecha a una especie de vacío, arrincona a alguien en sus márgenes. O ese alguien se instala allí. Tal vez no sea eso lo que nos quiere revelar la cámara. Tal vez lo que intenta comunicar la imagen nos intriga, nos obliga a volver sobre ella, precisamente porque no podemos estar seguros de su realidad secreta ni de que ésta resulte de la voluntad de quien la captó. Nos quedamos a escuchar lo que nos dice mirando lo que nos deja ver.

martes, 24 de enero de 2012

O cavalo vermelho


 O cavalo vermelho -el caballo rojo- llaman los viejos campesinos de algunas zonas de Portugal al fuego desbocado de los incendios forestales. Cabalga por sierras y campos entre crepitar de llamas, humo y viento abrasador. Aterra, hipnotiza y destruye.
Una hoguera, como la de la imagen, es fuego semidomesticado que nos protege del frío y aleja la oscuridad del bosque. Podemos dejarnos hipnotizar por los colores ondulantes de las llamas que dibujan figuras fugaces, nos calientan y hablan con un crepitar que a veces grita. Sonidos, olores, amarillos, rojos y negros nos acompañan, conjuran la soledad y el miedo.
Sin embargo...el humo que sube con fuerza, los bordes inestables del espacio que ocupa la hoguera, la persistencia de las llamas, nos recuerdan que el fuego no es un caballo doméstico. Sólo lo hemos domado temporal y provisionalmente.  


miércoles, 18 de enero de 2012

La transportista




Ajena a cualquier mirada, nos atrae precisamente por eso. La simplicidad de líneas y la sobriedad de esta mujer se convierten en una forma de camuflaje que quizá necesite en el todavía mayoritariamente masculino mundo de los transportistas.
Su trabajo en una gran ciudad exige concentración, rapidez, habilidad y eso es lo que  ella transmite, aunque por un momento la expresión de su cara nos dice que se ha ido lejos. Un viaje corto, no hay más tiempo.
Nos atrapa esta mezcla de juventud y seguridad. Mantiene nuestra atención en la protagonista de una escena, aparentemente banal, con la que hemos tropezado dentro del enorme lienzo brugheliano de la ciudad.

miércoles, 11 de enero de 2012

Cerrar los ojos




Podemos decir realmente: ¡Qué hermosa es la Tierra! Ante lo que intentan captar las imágenes, tan iguales en sus contrastes, nos quedamos sin habla. Claro que no pueden transmitirnos el olor del mar, del aire, de la arena...Ni tampoco los sonidos. Pero de alguna manera a través de los ojos parecen activar nuestro cerebro, todo nuestro organismo y las olas nos salpican y el agua está fría y sabe salada y la brisa nos roza con sonido leve.
Como alguien decía: no es extraño que haya tantos queriendo quedarse con ella, con la Tierra, intentando que los demás soñemos con paraísos futuros. Para qué otro cielo diferente del que las fotos nos regalan. Para qué paraísos imaginados y no la realidad de la materia vestida de gala. Así que incluso ante estas ventanas en dos dimensiones es posible cerrar los ojos y sentir el mar, el sol y el ruido de las olas. 


lunes, 9 de enero de 2012

Una figura




Fusión. Formando parte de la sinfonía de grises, una figura solitaria avanza ignorando el cielo que va cayendo, espeso de nubarrones, sobre ella. Mar, tierra y nubes forman un todo fragmentado sólo, en cierta manera, por el hombre que posiblemente sienta, vea o piense estos "fragmentos". Podríamos decir que es él quien los separa al pensarlos o sentirlos. Y al mismo tiempo, sabiéndolo o no, está dentro de la sinfonía. Quizá sí lo sepa y por eso se adentra cada vez más en ella conservando su propia tonalidad.
Invierno. Playa desierta. Lo que llamamos Naturaleza descansa brevemente de quienes, formando parte de ella, viven ignorándola.
 

domingo, 1 de enero de 2012

A veces...


A veces estamos cansados de acercarnos a las personas.
A veces nos gustaría dejar de lado cualquier empatía.
A veces quisiéramos no imaginar ni intentar asomarnos a la historia que cada uno, sin hablar, quiere contarnos.
A veces desearíamos mirar a alguien, su cara, como quien mira una roca. Aunque ésta también tenga su historia, más antigua y larga que la nuestra.
A veces nos apetecería ver una sonrisa, sin mirarla, y responder a ella sin saberlo.
Así que podemos intentar pasar los ojos por la media sonrisa, con su punto y aparte, de este joven gitano. Pasear la vista por su rostro de colores vivos, como quien admira los colores de las rocas de una montaña...Disfrutando de ellos sin preguntarnos nada.