O cavalo vermelho -el caballo rojo- llaman los viejos campesinos de algunas zonas de Portugal al fuego desbocado de los incendios forestales. Cabalga por sierras y campos entre crepitar de llamas, humo y viento abrasador. Aterra, hipnotiza y destruye.
Una hoguera, como la de la imagen, es fuego semidomesticado que nos protege del frío y aleja la oscuridad del bosque. Podemos dejarnos hipnotizar por los colores ondulantes de las llamas que dibujan figuras fugaces, nos calientan y hablan con un crepitar que a veces grita. Sonidos, olores, amarillos, rojos y negros nos acompañan, conjuran la soledad y el miedo.
Sin embargo...el humo que sube con fuerza, los bordes inestables del espacio que ocupa la hoguera, la persistencia de las llamas, nos recuerdan que el fuego no es un caballo doméstico. Sólo lo hemos domado temporal y provisionalmente.
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