Cuatro hombres, cuatro expresiones diferentes, cuatro posturas: un momento de descanso en un lugar y desde una perspectiva no habitual para ellos. Risueños, excepto el que intenta esbozar una sonrisa convertida en mueca. Si miramos más detenidamente, sus caras manifiestan cierto distanciamiento, cierta perplejidad pero también el convencimiento de haberse ganado esa tregua.
Los cuatro, con los cascos -la forma en que lo sostiene uno de ellos seguro que tiene su historia-, sus chalecos y su ropa, nos muestran la distancia que los separa de la fachada, de sus balcones de elaboradas cornisas. Pertenecen a otros mundos aunque construyan también ése y forman una imagen que expresa a la vez dureza, bienestar, descanso y trabajo.
Los cuatro, con los cascos -la forma en que lo sostiene uno de ellos seguro que tiene su historia-, sus chalecos y su ropa, nos muestran la distancia que los separa de la fachada, de sus balcones de elaboradas cornisas. Pertenecen a otros mundos aunque construyan también ése y forman una imagen que expresa a la vez dureza, bienestar, descanso y trabajo.
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