La impresión que nos produce esta imagen es contradictoria. Un niño, palomas que se acercan a él y a la cámara. Podría ser una escena que transmitiera paz y bienestar. Pero la cara de ese niño, crispada por la sorpresa brusca de lo que no se espera, centra nuestra mirada no dejándonos sentir esa calma. El hervidero de aves que le aprisionan y el vuelo que desdibuja al animal que se dirige hacia nosotros tampoco nos sosiegan.
Y sin embargo, también lo sabemos, es la agradable y cotidiana escena de un niño que da de comer a las palomas. La complejidad de lo real.
Aquesta foto és brutal!!!! Felicitats Idoia!
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