viernes, 3 de febrero de 2012

Sal marina


Montañas de sal marina. Ningún salinero a la vista. Nadie. En esta imagen nada nos recuerda que estamos en una isla ahora conocida por su temporada de ruido y multitudes. Muy al contrario nos transmite, con el blanco matizado de la sal y con la nitidez del amarillo de la máquina en reposo, el silencio que descubre la complejidad de la vida. Con qué facilidad nos dejamos deslumbrar por lo que brilla aunque conozcamos la existencia de mundos secretos tras esos focos.
Instantánea de un trabajo antiguo y vivo aún, cambiante y que, con tantos otros, constituyen el fondo más real y característico de una  tierra. Sal y máquina descansan del esfuerzo de quienes las mueven y la calma de un mar ausente empapa los blancos, amarillos y grises. 

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