domingo, 13 de noviembre de 2011

Un paseante en el parque


Sólo a través de las lágrimas o la lluvia podríamos percibir así la realidad de un parque. Y las lágrimas darían más sensación de calidez que la que nos  transmite lo que vemos. Todo rezuma agua y frío y da la impresión de que árboles, pavellón y estanque quieren escaparse entre la niebla que desciende de las nubes.
 Entrar en  este jardín tembloroso y húmedo hace que esa  niebla llegue hasta muy dentro del paseante, en forma de melancolía y misterio. Aunque melancolía y misterio son sensaciones de ese paseante. La realidad que le rodea es la de  un parque solitario en un día  lluvioso.  Es la imagen la que nos habla, con su lenguaje cifrado, no de él sino de lo que percibe y siente quien lo atraviesa y observa. Así que  quienes la miramos, vemos la imagen e imaginamos la realidad. Y viendo la imagen, imaginamos al paseante que...
 

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