Bajo un cielo que a la vez cobija e inquieta, un paisaje humanizado por el trabajo. El camino parece indicarnos una dirección y las nubes y las montañas convergen, más oscuras y cambiantes, en la contraria. Un camino que se va alejando, no acercando. Aunque, en realidad, ni se aleja ni se acerca: está.
¡Cuánto nos dice, si miramos con atención, este hermoso fragmento de luces y sombras, de cielo y tierra!. Potente y a la vez tan frágil, podríamos pensar. Pero no: frágiles somos nosotros, absolutamente prescindibles en su cambiante existencia.
¡Cuánto nos dice, si miramos con atención, este hermoso fragmento de luces y sombras, de cielo y tierra!. Potente y a la vez tan frágil, podríamos pensar. Pero no: frágiles somos nosotros, absolutamente prescindibles en su cambiante existencia.