Quizá no sepamos qué grado de consciencia tiene este ser con el que intercambiamos miradas. Pero no podemos dudar de que "siente" y esto nos causa un desasosiego que transforma el zoo en cárcel y a él en cautivo. Demasiado cercano a nosotros como para sentirnos inocentes mientras lo observamos. Quizá también nos preguntemos cómo hasta ahora nuestra propia consciencia nos permitía una visión tan superficial de la vida y los vivientes. La pérdida de inocencia convierte la observación del animal en algo indiscreto y a la vez perturbadoramente fascinante. Por eso su imagen entre cuerdas engañosamente lúdicas se fija en la retina y en la cámara mientras casi huimos.
jueves, 13 de octubre de 2011
Cautivo
Quizá no sepamos qué grado de consciencia tiene este ser con el que intercambiamos miradas. Pero no podemos dudar de que "siente" y esto nos causa un desasosiego que transforma el zoo en cárcel y a él en cautivo. Demasiado cercano a nosotros como para sentirnos inocentes mientras lo observamos. Quizá también nos preguntemos cómo hasta ahora nuestra propia consciencia nos permitía una visión tan superficial de la vida y los vivientes. La pérdida de inocencia convierte la observación del animal en algo indiscreto y a la vez perturbadoramente fascinante. Por eso su imagen entre cuerdas engañosamente lúdicas se fija en la retina y en la cámara mientras casi huimos.
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