miércoles, 25 de enero de 2012

Proa



La imagen nos muestra una escena cotidiana y clara: un hombre mira el puerto y el mar desde lo alto de la ciudad. Pero algo hace que miremos la fotografía una y otra vez. La cámara nos dice más, no sabemos exactamente qué. ¿Lo sabía quien quiso guardar esa escena? ¿Lo intuía? Nada de símbolos. No. Algo igualmente real pero oculto bajo capas de cotidianeidad y que se deja ver lo suficiente como para atraparnos en la aparente simplicidad de lo que nos muestra.
Ese espacio que nos dirige con su flecha a una especie de vacío, arrincona a alguien en sus márgenes. O ese alguien se instala allí. Tal vez no sea eso lo que nos quiere revelar la cámara. Tal vez lo que intenta comunicar la imagen nos intriga, nos obliga a volver sobre ella, precisamente porque no podemos estar seguros de su realidad secreta ni de que ésta resulte de la voluntad de quien la captó. Nos quedamos a escuchar lo que nos dice mirando lo que nos deja ver.

martes, 24 de enero de 2012

O cavalo vermelho


 O cavalo vermelho -el caballo rojo- llaman los viejos campesinos de algunas zonas de Portugal al fuego desbocado de los incendios forestales. Cabalga por sierras y campos entre crepitar de llamas, humo y viento abrasador. Aterra, hipnotiza y destruye.
Una hoguera, como la de la imagen, es fuego semidomesticado que nos protege del frío y aleja la oscuridad del bosque. Podemos dejarnos hipnotizar por los colores ondulantes de las llamas que dibujan figuras fugaces, nos calientan y hablan con un crepitar que a veces grita. Sonidos, olores, amarillos, rojos y negros nos acompañan, conjuran la soledad y el miedo.
Sin embargo...el humo que sube con fuerza, los bordes inestables del espacio que ocupa la hoguera, la persistencia de las llamas, nos recuerdan que el fuego no es un caballo doméstico. Sólo lo hemos domado temporal y provisionalmente.  


miércoles, 18 de enero de 2012

La transportista




Ajena a cualquier mirada, nos atrae precisamente por eso. La simplicidad de líneas y la sobriedad de esta mujer se convierten en una forma de camuflaje que quizá necesite en el todavía mayoritariamente masculino mundo de los transportistas.
Su trabajo en una gran ciudad exige concentración, rapidez, habilidad y eso es lo que  ella transmite, aunque por un momento la expresión de su cara nos dice que se ha ido lejos. Un viaje corto, no hay más tiempo.
Nos atrapa esta mezcla de juventud y seguridad. Mantiene nuestra atención en la protagonista de una escena, aparentemente banal, con la que hemos tropezado dentro del enorme lienzo brugheliano de la ciudad.

miércoles, 11 de enero de 2012

Cerrar los ojos




Podemos decir realmente: ¡Qué hermosa es la Tierra! Ante lo que intentan captar las imágenes, tan iguales en sus contrastes, nos quedamos sin habla. Claro que no pueden transmitirnos el olor del mar, del aire, de la arena...Ni tampoco los sonidos. Pero de alguna manera a través de los ojos parecen activar nuestro cerebro, todo nuestro organismo y las olas nos salpican y el agua está fría y sabe salada y la brisa nos roza con sonido leve.
Como alguien decía: no es extraño que haya tantos queriendo quedarse con ella, con la Tierra, intentando que los demás soñemos con paraísos futuros. Para qué otro cielo diferente del que las fotos nos regalan. Para qué paraísos imaginados y no la realidad de la materia vestida de gala. Así que incluso ante estas ventanas en dos dimensiones es posible cerrar los ojos y sentir el mar, el sol y el ruido de las olas. 


lunes, 9 de enero de 2012

Una figura




Fusión. Formando parte de la sinfonía de grises, una figura solitaria avanza ignorando el cielo que va cayendo, espeso de nubarrones, sobre ella. Mar, tierra y nubes forman un todo fragmentado sólo, en cierta manera, por el hombre que posiblemente sienta, vea o piense estos "fragmentos". Podríamos decir que es él quien los separa al pensarlos o sentirlos. Y al mismo tiempo, sabiéndolo o no, está dentro de la sinfonía. Quizá sí lo sepa y por eso se adentra cada vez más en ella conservando su propia tonalidad.
Invierno. Playa desierta. Lo que llamamos Naturaleza descansa brevemente de quienes, formando parte de ella, viven ignorándola.
 

domingo, 1 de enero de 2012

A veces...


A veces estamos cansados de acercarnos a las personas.
A veces nos gustaría dejar de lado cualquier empatía.
A veces quisiéramos no imaginar ni intentar asomarnos a la historia que cada uno, sin hablar, quiere contarnos.
A veces desearíamos mirar a alguien, su cara, como quien mira una roca. Aunque ésta también tenga su historia, más antigua y larga que la nuestra.
A veces nos apetecería ver una sonrisa, sin mirarla, y responder a ella sin saberlo.
Así que podemos intentar pasar los ojos por la media sonrisa, con su punto y aparte, de este joven gitano. Pasear la vista por su rostro de colores vivos, como quien admira los colores de las rocas de una montaña...Disfrutando de ellos sin preguntarnos nada.