La primera impresión es la de que ambas imágenes son semejantes: el tul oscuro jugando con la luz y las sombras sobre la piel y los cabellos. Sin embargo, en una de ellas, el cuerpo está en una especie de movimiento inestable y contenido y en la otra se ha deslizado, como olvidado de sí mismo. Y sin embargo sabemos que no olvida la mirada de la cámara.
Decir "cuerpo" y "piel" puede hacernos olvidar que esa piel, ese mapa de infinitas terminaciones nerviosas, pone en contacto el interior de una persona con todo lo que le rodea. Delimita y dibuja un organismo único e irrepetible. Como lo es esta belleza estilizada tan diferente de la belleza de otros momentos de la vida.
Nos alejamos del escondite donde siguen jugando luces y sombras con la piel y el tul que la matiza.
Nos alejamos del escondite donde siguen jugando luces y sombras con la piel y el tul que la matiza.